mito

Fecha: 03.05.2013 | Autor: Guada Farias

MITO DE ARACNÉ
Aracne era una hábil bordadora de la región de Lidia. Había nació en una casa humilde, pero todo el mundo en Grecia la conocía gracias a su insuperable talento al manejar el telar. Sus manos se movían con una precisión inusitada dando forma a los hermosos motivos que brotaban de su imaginación.
Sus labores eran esplendidas. Todos la admiraban y comentaban:
-Esta muchachita tiene las manos de oro, ¡que armonía de colores en que trabaja!, y estas obras maestras son dignas de un artista…
Pero todos sabían que sus habitantes le habían sido concedidas por Atenea, diosa de la sabiduría y patrona de los artesanos.
Tal era la vanidad de Aracne, que comenzó a alardear de los elogios que propinaban sus vecinos y se proclamo superior a los dioses en el arte de tejer diciendo:
-Si desafiara a la diosa Atenea, seguro que yo ganaría.
Las ninfas repitieron lo dicho por la joven tejedora, rumor que se expandió por todo el bosque hasta que llego a los oídos de la diosa, quien enfureció.
Atenea quiso darle una lección a Aracne y bajo desde el Olimpo a la Tierra adoptando la forma de una anciana y se presento en su taller, dispuesta a hacerla cambiar de parecer. Pero la joven tejedora se negó y sostuvo se reto.
A Atenea no le quedo otro remedio que descubrir su autentico rostro y aceptar el desafío.
Al fin llego el día y comenzó la competencia, ambas estuvieron tejiendo durante todo un día. Atenea represento a los dioses en todo su esplendor. Por el contrario, la tela de la orgullosa Aracne mostraba a los dioses con lobos y borrachos.
Cuando Atenea vio que el trabajo de Aracne insultaba a los dioses, no pudo aguantar más, se enfado mucho y rompió la tela.
Después, la golpeo en la frente. En verdad, en golpe no había sido demasiado fuerte, pero Aracne se asusto y, temiendo su vergüenza, busco una soga para ahorcarse en la viga que cruzaba el techo del taller.
Compadecida, Atenea la sujeto para que no se ahogase, tras lo cual la maldijo, a ella y su futuro progenie, a colgarse de aquella manera y a tejer durante toda su vida.
Los brazos y las piernas de Aracne comenzaron entonces a encogerse, mientras que los dedos de sus manos se alargaban. Al mismo tiempo, su cuerpo se hincho, y una capa de pelo corto y negro la cubrió por completo. La soga se transformo en un hilo de seda que le salía del abdomen. Cuando la transformación termino. Aracne colgada del techo convertida en una pequeña araña.

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